La opinión sobre el propio país
siempre es sumamente subjetiva y, en mi caso particular, muy parcial por el
desmedido amor que le tengo a esta patria. Pero incluso tomando en cuenta esto,
creo que sí hay mucho de verdad objetiva al decir que México es una nación muy
favorecida por Dios. Lejos de la imagen hollywoodesca que han hecho de estas
tierras, el país está lleno de zonas de una gran belleza y de una gran riqueza,
hay muchísimos yacimientos minerales, extensas áreas de cultivo, bosques,
selvas, lagos, presas, bellísimas playas, costas ricas en especies marinas,
etc., etc. Sin mencionar la riqueza arquitectónica, gastronómica, musical,
cultural, histórica, humana… y últimamente también económica, y no hace falta
un estudio exhaustivo para llegar a estas conclusiones, basta simplemente darse
una vuelta en coche por el país, hay muchísimas ciudades donde le bienestar ya
se está comenzando a convertir en lujo, colonias enteras de grandes casas con
autos del año en la cochera, tiendas de marcas exclusivas, restaurantes, bares,
jardines, paseos… y la verdad es que todo esto me parece bien, de hecho me
parece muy bien. En serio no tengo conflicto con que se genere riqueza, al
contrario, creo que es muy provechoso para una sociedad el bien estar, que es
condición necesaria para que se puedan atender a las otras dimensiones que
completan la integridad del ser humano, la salud, la cultura, el arte, el
deporte.
Lo que me duele profundamente es
la desigualdad que se sigue viviendo, el problema no es que haya ricos, el
problema es que hay pobres y que los haya en un lugar donde otros se han podido
hacer ricos. Si estuviéramos hablando de una de esas zonas del planeta donde
los recursos son escasos, los gobiernos inexistentes, etc., se entendería, pero
aquí el único problema es que no hemos encontrado todavía un modelo de correcta
distribución de la riqueza. Es obvio que quien más arriesga, quien más trabaja,
quien más empeño pone tenga derecho a obtener ganancias proporcionales, pero
¿es realmente proporcional la ganancia al esfuerzo que cada elemento de una empresa
está poniendo?, más aterrizado; ¿son realmente justos los sueldos?, ¿el destino
de las inversiones públicas atiende realmente a los intereses de la mayoría?,
creo que a todos nos resulta evidente que no, o al menos que todavía no de una
manera suficiente.
Hablando de estas cosas alguien
me dijo que el problema estaba en
los sistemas, en la forma en la que estaba hecho todo, me dijo que tratar de
cambiar eso era imposible, que se trata de un guante de acero en el que puedes
meter la mano, pero a final de cuentas hará que tu mano se adapte a la forma
que ya está establecida y no al revés. La imagen es muy desalentadora pero
atinada. Ahora pensándolo bien, ¿es realmente inmodificable un guate de acero?,
yo creo que no, es más hasta dónde recuerdo también el acero se puede moldear,
es cierto que hace falta elevarlo a grandes temperaturas, pero se puede. ¿Qué
pasaría si lográramos hacer que la temperatura de la conciencia social, del
bien común, se elevara?, ¿qué pasaría si logramos encender nuestros corazones
de tal manera que se generara un intenso calor en nuestras opiniones, en
nuestras decisiones?, un calor que no destruya pero que sí ablande lo
endurecido, que haga flexible lo tieso, que dilate lo comprimido, que nos
permita dar una nueva forma que se adapte mejor a las necesidades e intereses
de la mayoría. Sé que cada uno de nosotros en lo individual, logrará muy poco,
es más es posible que yo solo no logre cambiar nada. Lo sé, pero también sé que
viviré siempre mucho más satisfecho en la medida en la que no deje nunca de
buscarlo.
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