miércoles, 7 de agosto de 2013

El guante de acero


La opinión sobre el propio país siempre es sumamente subjetiva y, en mi caso particular, muy parcial por el desmedido amor que le tengo a esta patria. Pero incluso tomando en cuenta esto, creo que sí hay mucho de verdad objetiva al decir que México es una nación muy favorecida por Dios. Lejos de la imagen hollywoodesca que han hecho de estas tierras, el país está lleno de zonas de una gran belleza y de una gran riqueza, hay muchísimos yacimientos minerales, extensas áreas de cultivo, bosques, selvas, lagos, presas, bellísimas playas, costas ricas en especies marinas, etc., etc. Sin mencionar la riqueza arquitectónica, gastronómica, musical, cultural, histórica, humana… y últimamente también económica, y no hace falta un estudio exhaustivo para llegar a estas conclusiones, basta simplemente darse una vuelta en coche por el país, hay muchísimas ciudades donde le bienestar ya se está comenzando a convertir en lujo, colonias enteras de grandes casas con autos del año en la cochera, tiendas de marcas exclusivas, restaurantes, bares, jardines, paseos… y la verdad es que todo esto me parece bien, de hecho me parece muy bien. En serio no tengo conflicto con que se genere riqueza, al contrario, creo que es muy provechoso para una sociedad el bien estar, que es condición necesaria para que se puedan atender a las otras dimensiones que completan la integridad del ser humano, la salud, la cultura, el arte, el deporte.

Lo que me duele profundamente es la desigualdad que se sigue viviendo, el problema no es que haya ricos, el problema es que hay pobres y que los haya en un lugar donde otros se han podido hacer ricos. Si estuviéramos hablando de una de esas zonas del planeta donde los recursos son escasos, los gobiernos inexistentes, etc., se entendería, pero aquí el único problema es que no hemos encontrado todavía un modelo de correcta distribución de la riqueza. Es obvio que quien más arriesga, quien más trabaja, quien más empeño pone tenga derecho a obtener ganancias proporcionales, pero ¿es realmente proporcional la ganancia al esfuerzo que cada elemento de una empresa está poniendo?, más aterrizado; ¿son realmente justos los sueldos?, ¿el destino de las inversiones públicas atiende realmente a los intereses de la mayoría?, creo que a todos nos resulta evidente que no, o al menos que todavía no de una manera suficiente.

Hablando de estas cosas alguien me dijo  que el problema estaba en los sistemas, en la forma en la que estaba hecho todo, me dijo que tratar de cambiar eso era imposible, que se trata de un guante de acero en el que puedes meter la mano, pero a final de cuentas hará que tu mano se adapte a la forma que ya está establecida y no al revés. La imagen es muy desalentadora pero atinada. Ahora pensándolo bien, ¿es realmente inmodificable un guate de acero?, yo creo que no, es más hasta dónde recuerdo también el acero se puede moldear, es cierto que hace falta elevarlo a grandes temperaturas, pero se puede. ¿Qué pasaría si lográramos hacer que la temperatura de la conciencia social, del bien común, se elevara?, ¿qué pasaría si logramos encender nuestros corazones de tal manera que se generara un intenso calor en nuestras opiniones, en nuestras decisiones?, un calor que no destruya pero que sí ablande lo endurecido, que haga flexible lo tieso, que dilate lo comprimido, que nos permita dar una nueva forma que se adapte mejor a las necesidades e intereses de la mayoría. Sé que cada uno de nosotros en lo individual, logrará muy poco, es más es posible que yo solo no logre cambiar nada. Lo sé, pero también sé que viviré siempre mucho más satisfecho en la medida en la que no deje nunca de buscarlo. 


domingo, 4 de agosto de 2013

La scelta giusta


Son muchas las cosas que viví durante la JMJ en Río de Janeiro, son muchas las enseñanzas con las que regreso, fueron muchas las bendiciones, muchos los regalos, muchos los dones. No tengo ganas de ponerlos en un orden cronológico o bajo ningún otro tipo de jerarquización porque creo que dentro del alma, dentro de la vida, no todo puede ser tan fácilmente etiquetable, tan fácilmente acomodado en “el cajón que le corresponde”, pero trataré de ir compartiendo poco a poco lo que espero que a otros les pueda servir.

Existe una expresión en italiano que me encanta porque creo que encierra muy bien una vivencia que todos hemos tenido, se trata de “fare la scelta giusta”, literalmente significa “ hacer la elección justa”, y tiene todo el peso de lo que implican esas palabras. Una elección que indica libertad, posibilidades, discernimiento, renuncia. Y justa, que incluye lo correcto, lo que corresponde, lo cierto. Tomar o hacer la scelta giusta es optar por lo que es mejor, no lo que es mejor para un interés particular mío, sino lo que es mejor en sí, objetivamente hablando, lo más atinado.

Una de los regalos que más agradezco a Dios, me lo dio en la playa de Copacabana, el día de la primera Misa, la Misa de inicio con el cardenal Orani. Ahí, de noche, en la playa, frente a ese escenario extraordinario lleno de luz y de color, con la alabanza hecha música, la música hecha sentimiento y el sentimiento hecho alabanza, con los miles de jóvenes que vivían la misma fe, el mismo amor, con el grupito de jóvenes que yo llevaba, viéndolos metidos en la Misa, haciendo oración, con la sonrisa en su rostro, ahí, de pronto sentí con una fuerza y una certeza desarmante que había hecho “la scelta giusta”, que no me había equivocado al seguir la invitación de Cristo para ser su sacerdote, que todas las pequeñas y grandes renuncias de mi vida, de mi vocación, no son en balde, que tienen sentido, que mi vida y mi consagración no son carentes de sentido, que tengo una misión personal y que en la medida en la que la alcance alcanzaré la plenitud, la felicidad. Ahí en un instante Dios me regaló esa certeza y fui feliz.

Ahora quedo con el deseo de hacer todo lo posible por lograr que muchos jóvenes tengan también esa certeza en su vida, con el deseo de invitar a otros a hacer lo posible para ayudar a  que los jóvenes escuchen la invitación que Cristo les hace en su vida, a ser felices, a vivir en plenitud, a brillar, a aprovechar cada instante, para que el día de mañana ellos puedan hacer una pausa, detenerse un momento en sus estudios, parar su trabajo del día, ver a la persona que quieren, guardar silencio unos segundos durante la fiesta, en fin, que puedan  contemplar un instante su vida con la realidad concreta que tienen enfrente y agradecer a Dios mientras se dicen a sí mismos, así en voz baja y con una serena alegría: “ho fatto la scelta giusta”.