domingo, 30 de junio de 2013

Amaneceres...



Hoy por la mañana, mientras regresaba de la capilla a mi habitación, me topé con este amanecer y me resultó imposible resistir el deseo de subir a la azotea para poder contemplarlo con calma por un momento, y créanmelo, en vivo lucía mucho mejor de lo que se ve en esta foto.
Por otro lado, ya sé que la foto no está tomada desde el mejor ángulo y por si fuera poco además está toda llena de antenas, tinacos, edificios, árboles y cables que tapan el amanecer, pero bueno ¿no es así nuestra vida?
Siempre tenemos un horizonte que es bellísimo, aparentemente lejano pero afortunadamente real, sabemos que nuestra vida se dirige hacía ese Cielo, que algún día todos estos cansancios de la vida diaria, las preocupaciones, las dificultades y tristezas se terminarán y llegaremos al Cielo. Quizá la visión que te da el lugar en el que te encuentras actualmente no te permita ver como quisieras la belleza de ese horizonte, quizá hay muchísimas “cosas” que también en tu vida se interponen y te tapan la visión del amanecer al que nos dirigimos, pero la belleza del destino hacia el que vamos es tanta y es tan verdadera que logra hacer que los estorbos de la vida cotidiana no nos impidan llenar el corazón y el ánimo con la hermosura del paisaje.
Si hubiera existido la posibilidad de tomar la fotografía desde un lugar más alto seguramente habría sido una fotografía más “limpia”, más hermosa, pero a mí me gustó así, porque así es nuestra vida, una vida llena de cosas que se pueden corregir, de estorbos cotidianos, de obstáculos que hay que superar, pero que a pesar de todo no impiden que podamos detenernos, de vez en cuando, a contemplar la belleza del horizonte que está detrás de todo y hacia el cual todos nos dirigimos.    

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